PREMIO LITERARIO CASA DE LAS AMÉRICAS 2018
Vengo de vivir diez luminosas jornadas en Cuba, donde entre el 15 y el 25 del pasado enero tuve el honor de ser invitada como Jurado del Premio Literario Casa de las Américas 2018 en la categoría Teatro. Desde las emocionantes palabras de bienvenida con que nos recibió Silvio Rodríguez en la sede de Casa, frente al Malecón habanero, pasando por las intensas y a la vez placenteras horas de lectura en las terrazas del hotel Jagua, frente al mar Caribe, en la serena bahía de Cienfuegos, incluyendo visitas varias a sitios emblemáticos, funciones teatrales, reportajes, exposiciones, mesas redondas, debates y enriquecedores intercambios con jurados de diversas disciplinas o con algunas eminentes personalidades de la cultura y a la vez gestoras de Casa, como Marcia Laiseca, Jorge Fornet o Vivian Martínez Tabares, entre tantos más, todo sumó compromiso, solidaridad, conciencia del presente que transita Nuestra América y obstinada esperanza en lo por venir.
Con mi hija María Clara, mi acompañante necesaria, junto
a Silvio Rodríguez y su generosa, poética bienvenida.
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Tras esa rica, hasta radiante experiencia, no me fue fácil aterrizar en mi país hoy en sombras, por eso demoré unos días este modesto testimonio.
Pero fui feliz trayendo el galardón que esta vez correspondió a la obra Paraje Luna, del argentino Fernando José Crespi, a quien no conozco pero me gustaría, como me gustó descubrir en los diálogos, en los personajes y en la inesperada, irónica reveladora peripecia de su texto, el reflejo de realidades tan cercanas como universales.
Fui feliz también al coincidir con el voto mayoritario de un jurado que me enorgulleció integrar, junto a la actriz, directora y dramaturga peruana María Teresa Zúñiga, la actriz y directora española-ecuatoriana Charo Francés, fundadora junto a Arístides Vargas del grupo Malayerba, de Ecuador; del actor y director del grupo colombiano Matacandelas, Diego Sánchez y del actor, director cubano Alexis Díaz Villegas, profesor del Instituto Superior de Arte de La Habana.
Fui feliz, además, porque volví a confirmar con admirada gratitud que esa isla asediada y bloqueada desde hace casi sesenta años, sometida a la inclemencia arrasadora de ciclones inevitables (?) y a insuficiencias económicas evitables, sigue sosteniendo y desarrollando políticas culturales, educativas y sanitarias para todas y todos. Es el caso, en el campo cultural, de Casa de las Américas, una institución de prestigio ya legendario en todo el mundo, nacida apenas tres meses después de la Revolución, por inspiración de su fundadora heroica, Haydee Santamaría. Y cuyo Premio Literario
Junto a Roberto Fernández Retamar, presidente de
Casa de las Américas. Detrás, María Teresa Zúñiga,
Jorge Fornet, Saúl Sosnowski, Roxana Pineda,
Natalia Cisterna y Marta Aponte Alsina.
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Un Premio, por otra parte, cuya historia fue prestigiada por jurados como Atahualpa Del Cioppo, Paco Urondo, Carlos Monsiváis, Ernesto Cardenal, Haroldo Conti, José María Arguedas, José Saramago, Horacio Verbitsky, Emir Sader, Fernando Martínez Heredia, Augusto Monterroso, Nicanor Parra, José Lezama Lima, Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti, Rodolfo Walsh o Roberto Fernández Retamar, el poeta, ensayista y crítico cubano que desde 1986 preside esta casa de la revolución y la belleza de las Américas que es Casa de las Américas. El mismo con quien, antes de la ceremonia de entrega de premios, mantuve amable conversación, a la que dio comienzo con un saludo a la vez fraterno y amablemente irónico. Tras pasear la vista por nuestras sendas sillas de ruedas arrancó: "¿Cómo está, compañera de... ideales?" .