TODOS LOS FUEGOS, CIENFUEGOS
Como viene ocurriendo en varias ediciones anteriores, la lectura y evaluación de los trabajos concursantes se realizó en el hotel Jagua, de la ciudad de Cienfuegos, un marco de serenidad y belleza excepcionales, frente a una bahía donde el Caribe se aquieta en acuática mansedumbre. A lo que debe sumarse el clima de fraternal gentileza que generan todos y cada uno de los anfitriones, desde el ministro de Cultura Abel Prieto, el equipo de eminentes intelectuales y gestores de Casa, su ya mencionado presidente, Roberto Fernández Retamar; su vicepresidenta, Marcia Laiseca; el director de Investigaciones Literarias, Jorge Fornet; o la directora del área Teatro, Vivian Martínez Tabares, entre muchos otros. Sin olvidar a los afables cienfuegueros y, en especial, el personal todo del hotel.
Entre todos hicieron más placenteras las horas de lectura en las bellas terrazas frente al Caribe y ofrecieron visitas a escuelas, hospitales, teatros y edificios emblemáticos de la ciudad, reportajes, exposiciones, mesas redondas o debates. A la vez, los compartidos desayunos, almuerzos y cenas facilitaron el intercambio de criterios y experiencias, contribuyeron a ampliar o fortalecer vínculos y sumaron compromiso, solidaridad, conciencia del presente que transita Nuestra América y obstinada esperanza en lo por venir.
Con Jurados y autoridades del Premio, en el hotel Jagua. |
Entre todos hicieron más placenteras las horas de lectura en las bellas terrazas frente al Caribe y ofrecieron visitas a escuelas, hospitales, teatros y edificios emblemáticos de la ciudad, reportajes, exposiciones, mesas redondas o debates. A la vez, los compartidos desayunos, almuerzos y cenas facilitaron el intercambio de criterios y experiencias, contribuyeron a ampliar o fortalecer vínculos y sumaron compromiso, solidaridad, conciencia del presente que transita Nuestra América y obstinada esperanza en lo por venir.
Las horas largas de concentrada lectura alternaron con invitaciones de los organizadores y de funcionarios locales a recorrer las calles, de trazado tan impecable como la limpieza y conservación de sus edificios, de refinado estilo neoclásico, levantados en su mayoría durante la primera mitad del siglo XIX (la ciudad se funda en abril de 1819), cuando se asentaron allí colonos franceses llegados de Luisiana y Nueva Orleans. Declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2005, Cienfuegos es la ciudad más joven de la isla y exhibe en su parque José Martí el único Arco de Triunfo del país que homenajea a la independencia cubana. Acompañados por el alcalde de la ciudad, algunos de los visitantes conocimos el Teatro Terry, un elegante edificio por cuyo escenario “a la italiana” pasaron figuras como Enrico Caruso o Anna Pavlova.
En esa ocasión ensayaba allí el ballet infantil de la ciudad. De pronto, sin interrumpir las rutinas de cabrioles y fouettés de niñas y niños, trepó ágilmente al proscenio una de las jurados visitantes, la intérprete y directora Charo Francés. Desde allí, de manera tan improvisada como generosa, la fundadora y directora (junto a Arístides Vargas) del grupo Malayerba de Ecuador ofreció un intensísimo y conmovedor monólogo de la Instrucciones para abrazar el aire. La obra, escrita por Vargas, está inspirada en el secuestro, supresión de identidad y hasta hoy desaparición forzada de la bebé Clara Anahí Mariani, tras el asesinato de sus padres por parte de la dictadura genocida que sometió a la Argentina entre 1976 y 1983. Hay que decir que, más allá del arresto expresivo de la actriz, que todos aplaudieron con genuina emoción, a nadie sorprende en Cuba la ruptura imprevista de lo formal para ofrecer un regalo no programado, surgido de la inmediata empatía.
En la terraza del Jagua, con mi hija María Clara y su ternura imprescindible |
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